viernes, 10 de octubre de 2014

Jorge, el pinguino filosofico

Entrando a la pieza con la luz encendida, me lo encuentro a el, a Jorge, el pingüino filosófico, que me estaba esperando con unas empanadas y un cuba libre.
Eufóricamente me saluda y me hace las preguntas normales de toda persona que se reencuentra. Tantas historias bajo su plumaje que es difícil de creer que aquel pingüino, que reventaba casinos en Mar del plata, salía con modelos, y deliraba con tizas y alcohol en los boliches; es ahora Jorge, un tranquilo pingüino de la nebulosa desconocida de mi habitación, consejero mió de los momentos de mi vida. Creo que es el único que me puede comprender, saber que hay en mi cabeza, porque los que me conocen realmente saben que es una tarea imposible saber eso, pero sus ojos negros de pingüino ven mas allá de lo que ven los demás, saben de dolores, de tristezas y fracasos, de falsas victorias que traen alegrías en cuotas con intereses que no vale la pena pagar. Me pregunta como estoy y refuta mi afirmación, un bien con el no sirve; detesto eso de el, el no poder mentirle fácil como a los demás, porque el sabe que soy un buen mentiroso, que enternezco con una sonrisa, que endulzo con dos palabras y engaño con cinco minutos, pero aclaro, el me enseño varios trucos que aprendí al pie de la letra, pero como no puedo mentirle hago algo en lo que también soy bueno, en derivar el tema y todo decanto en el amor; a veces es un error cambiar el curso de un rió, porque nunca sabemos que cosa se va a inundar. No sabia que contestar, nunca fui un as en el amor, nunca fui un talentoso en eso, engaño a la soledad un rato pero por las noches siempre tengo frió, capaz si fuera alto, si fuera rubio, tan solo si fuera lindo; E interrumpiéndome, el pingüino empieza a cantar “ Las minitas aman a los payasos y la pasta de campeón” Pero Jorge, estoy actuando un drama y apenas soy un tuco, no me pidas mas de lo que soy! Entre altercados y blasfemias pinguinas terminamos esa discusión.
En fin, este texto es una introducción para presentar a Jorge, el pingüino

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