viernes, 10 de octubre de 2014

Capitania

Y entonces, es cuando queman las palabras, cuando matan las miradas, y reina la duda. Cuando se es un barco a la deriva, y solo se es un marinero con alma de capitán, que no sabe como continuar. Cuando la tormenta es cruenta, y el viento lastima, son esos momentos en los que oímos cantar a las sirenas, pero hechizados por lo que escuchamos, no vemos que están llorando, que nos guían por mal camino, pero seguimos, con dudas, pero seguimos, hasta ver volcar nuestro barco sin capitán, y ahí, es cuando pasamos de marinero a carpintero, pero nunca capitán, emparchando nuestro barco con tablas que con mucho amor encontramos, para seguir tirando un poco mas, para intentar llegar a un puerto bueno. Nuestra ropa esta seca, pero como cuesta secar un corazón, sin prisa y con penas continuamos el viaje sin rumbo fijo, pero con destino deseado. Aun soy joven y tonto, y tengo miedo, mucho miedo, de que mañana al despertar se me acaben las maderas y no hallar un capitán que pueda manejar mi barco, un barco difícil y frágil, necesitado de cuidados y de algunos emparches. Puse una nota en varios puertos pidiendo un capitán, pero todos se olvidaron de responder. Entonces es tiempo de seguir, creo que escucho a las sirenas cantar

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