jueves, 24 de enero de 2019

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Esperando que las respuestas lleguen, sin más que un designio divino, una suerte de señal que indique el camino, bueno o malo, estamos perdiendo y no sabemos que es lo que perdemos, capaz eso sea lo que nos mate lentamente. Todos nos encontramos atravesados por la lanza de la duda en ciertos momentos; ayer una chica estaba perdida entre muchas personas, arduamente centrada en su vaso de cerveza mientras muchas voces en off esquivaban su ser. Dos colectivos nunca frenaron porque él no los paro, su mirada perdida y sus auriculares ayudaron a que no llegara tarde, porque no tenía ningún lugar a donde ir.
Ambos estaban viviendo en un mundo paralelo totalmente perceptible para quien los mirara con atención, es como si el tajo creado por la lanza fuese un portal a otro mundo de tristeza.
Estaban acá pero les juro que no lo estaban, estaban allá, en todo caso, en ambos lugares no estaban; y estaban tristes. Es otra historia cliché que no tiene un final, porque siempre es un constante. Somos seres tristes y perdidos que buscan refugio en inciertos, como lo eterno.
Nada lo es, pero créelo. Créelo, para que no dudes. Si dudas, te perdés. 
Y si te perdés, vas estar tomando una cerveza o esperando el bondi; otra vez.

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