martes, 30 de abril de 2024

De mí, un último día de abril

El país se está yendo al infierno hace rato y aún no caigo en cuenta de eso simplemente por el hecho de que estoy muy triste. Tan triste como ahogarme y ahogar a quienes me rodean, por eso me controlo. Porque nadie debería morirse por mi culpa y porque si me muero ¿quien ayuda a mi vieja, aunque me cueste mi único refugio? ¿Que cuerpo va a resistir los golpes e insultos de un paciente psiquiátrico cuando se tengan que tomar las decisiones recurrentes? ¿Que boca va a mentir diciendo no te preocupes que yo me encargo de todo?. 
Cuando todos no estén ¿podré morir? No lo sé, en este momento estoy ocupado juntando los pesos para poder sobrevivir y pensando que está mal conmigo para que no me llamen de ningún laburo, posiblemente es que sea un desastre o capaz es mi cabeza jugandome una mala pasada otra vez.
Siempre recuerdo las palabras de ese pequeño hobbit: “¿Cómo retomas el hilo de una vida vieja? ¿Cómo continúas, cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay regreso posible, que hay cosas que el tiempo no pueden enmendar, aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatriz?” y la realidad es que no hay vuelta atrás, no recuperare mi niñez o juventud; solo queda el pasar de las horas haciendo lo mejor posible que está bastante lejos de ser algo eficiente.
Esto soy yo, al último día de Abril del año veinte veinticuatro, con una sonrisa y secandome las lágrimas antes de ir a comer algo que preparo mi vieja, decirle que está riquísimo sin haberlo probado y que todo va a estar bien, que no se preocupe.

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