lunes, 23 de septiembre de 2019

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La pureza de la niñez, al crecer, se va perdiendo. Las fantasías requerían menos alimento, tan poco que una cuchara larga era la famosa excalibur, lista para salvar al reino de los demonios peluches que lo terrorizan. Al crecer, dejamos de lado esa capacidad y la reemplazamos por, según nosotros, cosas útiles. Códigos de etiqueta, explicaciones racionales, economización del tiempo o simplemente "no ser un niño". ¿Pero como recreamos eso? Al crecer, también, reemplazamos esa fantasía por acción, cuando necesitamos sentir. Hacemos cosas con el fin de que nos produzcan algo (ya no es un juego que fluye libremente, es un fin determinado) El fin justifica el movimiento y no es el movimiento que nos lleva a un fin. Buscamos sexo, para sentir pasión o reunirnos para sentirnos comunidad. Robots de la pertenencia, nunca puros, nunca libres. Capaz eso no debería ser crecer

miércoles, 18 de septiembre de 2019

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En la montaña vive alguien que camina por el mar, así como quien impera sueña un poco con mendigar. Quién está triste busca la felicidad, muchas veces donde solo le trae oscuridad. Futuro incierto para quien sonríe sin cesar, pues a la soga teme llegar. El lunes quiere ser viernes y hay viernes que son lunes, cuando los días lo mismo dan. Se convidan mates amargos con las palabras más dulces por acá, donde el fuerte se convierte en débil al no querer lastimar. Un poco tristes estamos si en estas palabras, le encontramos significado

sábado, 14 de septiembre de 2019

Paula

La niña se despertó aturdida con su mejilla brillante, signo de algún sueño profundo, cuando miró por tercera vez el reloj entendió el tiempo, las horas cobraron sentido ¡y se le hacía tarde!.
Su pie se enredo con la sabana y su cara encontró el piso, la sangre broto de su labio partido mientras sus ojos se ponían cristalinos, de un manotazo movió todas los pañuelitos descartables de su escritorio en busca de su billetera que no estaba allí. Se tiraba de los pelos mientras el peso de su cuerpo caía en el piso, estallando en un mar de lagrimas. Ahí estaba ella, sintiéndose una fracasada, la vida la volvía a superar, estaba atrasada con la facultad que no pisaba desde hace tres clases, odiaba su laburo pero más odiaba que el dinero no alcance para sus cuentas. Después del pequeño permitido temporal para estallar, se levanto del frio suelo y tomo su billetera del escritorio mientras se mentía diciendo que era horrible al pasar por el espejo camino a la puerta. Esa tarde regalo unas sonrisas detrás del mostrador a todo comprador, esa tarde de hace tres meses no era distinta al día hoy; nadie salvo a Paula y ella tampoco pudo creer en el mañana, hoy.