sábado, 11 de septiembre de 2021

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Cómo una ola llevando cosas a la orilla, se acercan los treinta y es imposible no sentir nostalgia por lo que fuimos, cómo nos nutrimos de nuestros desaciertos y errores.
Hoy carezco de ese tiempo sobrante para ciertas cosas que ya no me importan, de exagerar mi venta para atraer personas o forzar lo que soy; no tengo ese motor de energía juvenil para sustentar todas esas cosas.
Hoy se me podría tildar de aburrido y yo me enojaría con la pandemia culpandola por arrebatarme los últimos momentos de mis veinte pero la realidad es que priorizo un té y me lleno de orgullo de esta pseudo estabilidad e independencia que logré conseguir (y realmente cuesta mantener). Con respecto a la gente son contados con la mano quienes me parecen admirables, bellos o atractivos, la mayoría entra en un meh que requiere ser cordial y sociable para convivir en sociedad y lo paradójico de todo esto es que yo debo entrar en el meh de otros por como estoy ahora, falto de juventud, aburrido, poco agraciado y tristemente en proceso de quedarme pelado. 
A los más jóvenes les diré que ya llegarán a dónde estoy yo y a los más viejos, que me tengan paciencia para seguir enseñándome que pronto los alcanzaré.
Crecer no está tan bueno pero todos lo hacemos.

Aunque daría un poco de todo por revivir los veinte de vez en cuando

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