miércoles, 2 de mayo de 2018

020520180929

Su mano bajo el poncho, oscuro como la noche, presagiaba muerte
Sus vivos color carmesí, sangre.
El sombrero vaquero protegía su mirada de los últimos rayos de sol.
Ni una gota de sudor corría por su cuerpo.
Sus piernas levemente arqueadas sostenían el peso de sus hombros.
Frente a él, las sucias bestias lo rodeaban.
Eran tres pequeños instrumentos de dolor.
Sus colmillos se dejaban ver entre jadeos.
              Todo sucedió en flash
Ninguna garganta espectadora emitió sonido alguno
                 ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
Tres certeros disparos al alma
No detuvieron a los engendros saltarines
Me derribaron bajo la inercia de su peso
Fueron por mi rostro
Las lenguas calientes me arrancaron varias risas
              Logrando mi rendición
Hay momentos que olvido darme unos minutos para soñar
Pero hay pocos minutos valientes que vivo mis sueños
De empleado derrotado a vaquero afortunado
Mi día termina como todos deberían empezar
Siempre, que tenga un gramo de valor


Hollywood es de cartón y eso es increíble, porque puede estar en cualquier lugar del mundo.
Un escenario portátil, puede que sea el peor en el que te encuentres; pero es tuyo.
Para soñar no hay que crecer o esperar que el sueño lo haga; los niños (que aun no crecieron) entienden que jugar y soñar implica doblar el tiempo.
Encontrarse en un pliegue que capaz no lleve a ningún lado, pero que te haga el sheriff del lugar, disfrutándolo todo, para volver a dónde estabas.
Un poco más feliz, o no.



1 comentario:

  1. Nos la pasamos soñando con Hollywood porque es lo que aprendimos. Pero hey, Hollywood es una gran cartón, y con senderos que para mirar las estrellas hay que bajar la mirada. ¿Quién, es su sano juicio, querría eso? Hay muchos escenarios nuevos por descubrir, y es bello hacerlo si hay gente dispuesta a sacarte una sonrisa en ese tórpido camino.

    ResponderEliminar