miércoles, 15 de noviembre de 2017

15112017

Cada trazo y cada camino que terminamos recorriendo, despiden ecos de algo distinto que se quedan grabados como serpientes en arena, silenciosas y, a su vez, van dejando huellas, huellas que permanecen grabadas en cemento, grabadas en la memoria, sigilosas para aparecer en los momentos más inesperados. Un cuento, un corazón, un cerebro, una materia prima para crear algo nuevo que finalmente después de cierto tiempo será abandonado, olvidado, sepultado abajo de los nuevos palacios que vienen y desbancan los suelos viejos que existían ahí antes que ellos. Y éstos, a su vez, desbancan a los demás y formando bolas y desfiguros se vuelven muy difíciles de arreglar. Algo más que es difícil, es encontrar los pasados que queremos componer, tanta pintura sobre la fachada desgastada impide y modifica la respiración del animal; esa bestia sagrada que cambia para siempre y muy rara vez dormita. Nada nos garantiza que tendremos lo que tenemos, nada nos garantiza una vida segura, tampoco sabremos si tendremos pensamientos que llevan a una espiritualidad iluminada, nada nos garantiza la paz. Pienso en que no somos dueños de lo que ya logramos. Y nada nos garantiza que seguiremos siendo los mismos pero siempre tendremos las huellas, esas huellas para recordarnos de dónde y porqué vinimos hasta aquí
El Trío De Omar Rodríguez-López 

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