Se había enamorado de aquella que nunca vio, de una
flautista de Hamelin que hechizaba con sus escritos. Sus letras desgarraban la
carne humana logrando que un hierro incandescente marque su alma y que su mente
termine astillada por semanas, por años,
por suspiros eternos e imposibles. Para él, su caos interno solo
resaltaba su belleza y aquella sonrisa de publicidad que veía tras fotos.
Alguna vez escucho su voz pero el tiempo jugo su papel en eso, logrando que la
olvide pero nunca olvidando que el olvido, se lamenta esto siempre que lo
recuerda. Estudiaba medicina o algo así, esta en pareja o casada, o capaz solo
de paso; tampoco importaba mucho eso para sus fantasías, lo que importaba eran
todos los “Hola” que morían sin ser por la falta de valentía.
Ella nunca noto y notaria como algo tan personal como su
bardo mental creo una suerte de admiración y amor en él, en esta vida etérea atemporal
que no existe en el plano cotidiano y reciproco, pero eso estaba bien para ambos,
uno nunca lo sabría y al otro no se le rompía el corazón mientras podía seguir leyéndola