martes, 6 de febrero de 2024

Hermano.

Me encuentro en ese sueño dónde tengo que hacerme cargo de lo que pasa a mi alrededor. Dónde aún no puedo ser el hermano menor que nunca fuí y tener que engrandecerme para ayudar en cosas que aún no entendía; muchos años después y con más práctica me encuentro en el mismo episodio donde me preocupo por un final anunciado que no tiene forma de cambiar. Dónde una persona está atrapada sin poder salir de sus miedos, dudando de todo y viviendo una realidad que no existe, la cual desgasta lentamente las fibras de la cordura y el cerebro, dónde no hay vuelta atrás con cada fisura, no se arregla, queda así siempre para peor.
Es la pesadilla más aterradora porque pasa a plena luz del día, todos los años desde que tengo memoria. Nadie puede salvarlo y todos a su alrededor vamos pudriendonos en tristeza. No hay escape, no hay salida pero sabemos el final.
¿La gente puede vivir sabiendo que alguien se va a morir o peor aún que la muerte, que se vuelva una baba, un reflejo de lo que fue algún día para que solo quede el recuerdo cuando se vea a la cara a eso, que ya no es más una persona?.
No todo tiene arreglo y la caja de galletitas se va acabando con el más mínimo problema. Ya no sale, ya no puede hablar con muchas personas, se persigue todo el tiempo y no tiene esperanzas de nada pero tiene mucho miedo a la muerte, eso jamás lo haría; preferiría ser un cadáver vacío, sin restos de él antes que acabar con su vida; eso está bien, porque nos envenena de esperanza a los otros, que fantaseamos con curas milagrosas. Otra vez estoy en ese sueño que es cualquier día.