viernes, 7 de diciembre de 2018

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Una casa vacía que siempre fue habitada, transpira silencio pero su fachada se mantiene igual, como si no hubiera acontecido nada y la rutina prosiguiera. En sus años dorados cuatro niños, jóvenes correteaban por todo el lugar llenandola de ruidos, risas y aromas únicos como comida de abuela; haciéndola radiante. Se parece mucho a un corazón cuando se rompe, inmediatamente la fachada se mantiene pero el deterioro con el paso del tiempo es inevitable y deja de radiar, se transpira soledad al no estar habitado. Personas pasan por una puerta giratoria en su intento de llenarla, como una suerte de alquiler pero no es lo mismo, nunca lo es. Pero como las casas, lo corazones tienen arreglo, algún día alguien llegará a guardar todos los cuadros, los papeles y recuerdos en una caja de archivo; va a pintar las paredes, cambiar las sábanas y abrir la puerta. El sonido retumbará por todo el lugar y la sonrisa volverá al rostro. El corazón volverá a latir Citando al Principito dire que eso es lo hermoso del desierto, uno nunca sabe dónde se esconde un pozo