martes, 13 de noviembre de 2018

13112018929

Últimamente pisar ese lugar se me hace intolerable; el aire está viciado, migrañas intermitentes y gritos siempre como plato del día. No es extraño que pase varios días lejos de este lugar para cambiar aires, buscar mi sonrisa o simplemente escapar como un cobarde. Ojalá en tiempos más jóvenes hubiera tenido esta posibilidad de aislarme unos días de cualquier realidad que se vivía bajo ese techo, tal vez eso fue mi primer gran amor, el escape y nunca supere del todo la vuelta a esa cárcel de puertas abiertas.
Mi cuarto, donde las personas rara vez suben, se convirtió en mi fortaleza de soledad, comparada a alguna cueva llena de tesoros pertenecientes a algún dragón (Solo a uno, nadie más custodia sus miserias). Aislado en un ascenso montañoso escalonado en madera, encuentro refugio para pasar las horas de alguna manera posible.
Atrapado en una promesa, muero de miedo por lo que vendrá.
Falta poco para mí partida y todas las dudas empiezan a crecer.