Creo que es mi primer cuento de terror, no estoy acostumbrado a esto y caigo en todos los clichés, sin mas excusas, feliz octubre rojo
No me percaté del olor nauseabundo al atravesar el umbral de la casa, pero a cada paso se tornaba más profundo. El estómago convulsionaba de tal manera que me obligó a hacer una parada de servicio en la cocina, en el lavamanos para ser más exacto, quizás fue eso lo que me llevo a encontrar esa carta primero.
Sentándome para recuperar fuerzas aproveche a leerla:
Querida Elizabeth, ya pasaron varios días desde nuestro primer encuentro y creo que me estoy volviendo loco, la culpa y el dolor del accidente se hace menos liviano semana tras semana pero tu contacto me devuelve la esperanza, hace mucho que no salgo de casa y menos puedo hablar con alguien de lo que pasa, me creerían loco, capaz por eso dejo esta carta. Sin vos el silencio se hace tan doloroso que necesitaba escuchar a alguien, no importa si ese alguien fuera yo leyéndome en voz alta.
Creo que fue el tercer o cuarto día después de entender que no saldrías del coma y aceptar tu muerte que use la vieja ouija, mi alegría al ver como el puntero se movía formando tu nombre ¡Nunca me abandonaste! Ni la muerte va a separar nuestro amor, eso decía la primer cartita romántica de enamorados que me diste y lo mantenías.
Ya pasaron varios días, las charlas no pueden ser largas y lo entiendo, al fin tomé valor para hacer lo que me pediste, al final de cuentas mi alma junto a mi corazón, son tuyos.
Siempre lo fueron.
No me percaté del olor nauseabundo al atravesar el umbral de la casa, pero a cada paso se tornaba más profundo. El estómago convulsionaba de tal manera que me obligó a hacer una parada de servicio en la cocina, en el lavamanos para ser más exacto, quizás fue eso lo que me llevo a encontrar esa carta primero.
Sentándome para recuperar fuerzas aproveche a leerla:
Querida Elizabeth, ya pasaron varios días desde nuestro primer encuentro y creo que me estoy volviendo loco, la culpa y el dolor del accidente se hace menos liviano semana tras semana pero tu contacto me devuelve la esperanza, hace mucho que no salgo de casa y menos puedo hablar con alguien de lo que pasa, me creerían loco, capaz por eso dejo esta carta. Sin vos el silencio se hace tan doloroso que necesitaba escuchar a alguien, no importa si ese alguien fuera yo leyéndome en voz alta.
Creo que fue el tercer o cuarto día después de entender que no saldrías del coma y aceptar tu muerte que use la vieja ouija, mi alegría al ver como el puntero se movía formando tu nombre ¡Nunca me abandonaste! Ni la muerte va a separar nuestro amor, eso decía la primer cartita romántica de enamorados que me diste y lo mantenías.
Ya pasaron varios días, las charlas no pueden ser largas y lo entiendo, al fin tomé valor para hacer lo que me pediste, al final de cuentas mi alma junto a mi corazón, son tuyos.
Siempre lo fueron.
La carta terminaba ahí, con un final anunciado. Me levanté y camine a la fuente del hedor, sobre una mancha negra se encontraba el cuerpo sin vida de Laureano.
Elizabeth despertó hoy y me preguntó por él, no podía creer que no estuviera a su lado.
Elizabeth despertó hoy y me preguntó por él, no podía creer que no estuviera a su lado.
Cuando estamos confundidos o dolidos, siempre hay que tener cuidado con hacer llamadas. Nunca sabemos realmente quien está del otro lado.